jueves, 25 de mayo de 2017

Cork Prison



A pesar de no haber cometido ningún delito, mi primera vez en la cárcel ha tenido que ser en Irlanda.


Nada más entrar me encontré a la loca queriéndose escapar. Había robado en el telar donde trabajaba.

Seguidamente, el agradable carcelero me llevó hasta el despacho del Director de la prisión, que ya tenía las llaves de la celda preparadas.


A la celda se accedía por la escaleras de la galería donde otro carcelero estaba esperando mi llegada.


Por el camino descubrí que en la celda de al lado había nacido un niño hace pocos días.


Al llegar a mi celda encontré mi nueva ropa preparada y a un compañero un tanto extraño.


Las primeras horas las pasé escuchando gritos de dolor. Eran de un niño carterista que recibía azotes como castigo por sus fechorías en las calles de Cork.


Las vistas desde mi celda daban al patio trasero del edificio.


Supliqué clemencia ya que yo no había hecho nada y me habían retenido injustamente.


Mi caso llegó a oídos de la prensa.


Lo que conllevó que el mismísimo JFK hablara ante los medios pidiendo mi liberación inmediata.


Mientras esperaba la decisión final, me permitieron echar una partida de cartas con el carcelero.



Finalmente el encargado vino en mi busca para dejarme libre y poder volver a casa.


Atrás quedan los muros de una prisión tétrica y fría.




Obviamente, toda la historia es inventada, pero basada en las fotografías tomadas en el Museo de la Prisión de Cork, donde también hay un Museo de la Radio.