viernes, 26 de julio de 2013

VAGOS, PASOTAS, CURRANTES,...


De todo hay en la Viña dicen.


Y aquí tenemos algunos ejemplos:

¿qué tipo de trabajadores existen? Existen diferentes formas de catalogar a un trabajador, y aquí podéis ver 2 diferentes.


1.- Los apóstoles

Son aquellos trabajadores que ven el proyecto como propio y ayudan a conseguir los objetivos empresariales. Está claro que un emprendedor debe ser un apóstol y sería muy beneficioso que el resto de trabajadores lo vean como un deber. Cuando un apóstol se siente o es traicionado, dejará de ser apóstol. La empresa, para disponer de apóstoles, debe crear una “religión”, en la que ellos crean y prediquen la idea, es decir, una marca con una filosofía muy clara y motivadora.

2.- Los aficionados

Están por que les gusta, se divierten, aprenden y lo ven como una oportunidad. Vienen realizando su trabajo bien hecho o de la mejor manera que ellos saben, se implican en los proyectos porque les gusta y ven como un sistema de promoción. Si a estos trabajadores les aburrimos y no les damos motivaciones, probablemente los perdamos. Para ello debemos darles la posibilidad de que aporten ideas creativas, motivarles, incentivarles, etc…

3.- Los mercenarios

Esta muy claro, trabajan por dinero. No es malo, ya que ellos buscan cumplir sus objetivos para ser bien remunerados. Son trabajadores inestables en el puesto, ya que, por dinero vienen y por dinero se van. Cómo los perdemos, dándoles poca recompensa por sus logros y si los quieres mantener, ofreciéndoles buenas recompensas.

4.- Los indiferentes

Personas con falta de estímulo, se puede decir que practican “la ley del mínimo esfuerzo”. Hay muy pocos puestos a los que intereses este perfil de trabajador y, si lo dejamos estar, serán presa fácil para los siguientes perfiles de trabajadores. Se debería tratar de convertirlos en alguno de los anteriores.

5.- Los egoístas

Son los que piensan en cualquier otra cosa que no sean los intereses de la empresa, su mayor recompensa está en otra dirección. La mejor manera de reconducirlos será tratar de unir su egoísmo al resultado, convertirlos en mercenarios. Lo que no se debe hacer es acceder a sus chantajes, de este modo, pagas más por mismos resultados, que suelen ser pocos por falta de interés. Será una agonía mantenerlos, por recordar sus días gloriosos en la empresa y pensar que lo puedes cambiar entrando en sus chantajes.

6.- Los rehenes o quemados

Curioso, pero son los trabajadores que quieren irse y no pueden. Ven la empresa como una alternativa del momento y no saben tomar decisiones arriesgadas, suelen buscar su liquidación, que les lluevan ofertas atractivas, que nunca vienen si no se buscan como se debe buscar, etc. Para reconducirlos a un estado anterior, debemos analizar las causas de su actitud y ayudarles a que consigan un estado más favorable. Lo que no debemos pensar es la sensación de sentirnos seguros por tenerlos pillados, eso no favorece a nadie.

7.- Los terroristas

Cuando tenemos terroristas debemos quitarlos, cueste lo que cueste, si crees que los puedes cambiar será tu perdición. Son personas que ven en la empresa como un problema, bien por motivos personales que le han conducido a esta situación y en otros casos, por su carácter negativo “todo lo ven mal”. Nunca los reconducirás a un estado favorable, van a pensar que la empresa es el enemigo. Los terroristas suelen buscar socios (compañeros), usan cualquier tipo de “armas” para su guerra con la empresa. Solo te digo; que construir es muy difícil, destruir es muy fácil.

Por otro lado, en una OFICINA nos podemos encontrar lo siguiente:


¿Te reconoces en alguno de ellos? ¿Has tenido algún compañero así?

El trepa. Su meta es llegar a lo más alto, caiga quien caiga. 
El relaciones públicas. Organiza reuniones fuera de la oficina. 
El pelota. Inseguro. Suele adular a los que pueden decidir su futuro. 
El mudito. Introvertido. No suele ofrecer su opinión si no es necesario. 
El sabelotodo. Siempre quiere quedar por encima de los demás aparentando que es instruido. 
El mandón. Piensa que su forma de hacer las cosas es la adecuada y no tiene en cuenta a los demás. 
El medallista. Intentará apropiarse de los méritos colectivos. 
El que nunca tiene la culpa. Se escuda en los demás y no duda en echar la culpa a sus compañeros. 
El que quiere hacerlo todo. No conoce sus límites y acumula más trabajo del que puede abarcar. 
El feliz. Agradable con los demás. Está contento con su puesto. 
El gruñón. Arisco. En ocasiones esconde una actitud vulnerable. 
El agobiado. No sabe manejar el tiempo ni su estrés. 
El despreocupado. Está poco preparado para situaciones que requieren mayor dedicación. 
El hipocondríaco. No se maneja bien en situaciones de estrés ni de frustración y adjudica el problema a una zona de su cuerpo. 
El seductor. Utiliza a los demás para ahorrarse tareas incómodas. Lo hace de manera sutil. 



Información extraída de: